PONENCIA DE ANTONIO ARIAS
LA INSURGENCIA ARMADA EN ORIENTE
ANTECEDENTES
HISTÓRICOS Y POLÍTICOS INMEDIATOS.
Con la caída de la dictadura
de Marcos Pérez Jiménez (23 de enero de 1958) se abrió una época propicia para
los grandes cambios y transformaciones que requería la sociedad
venezolana. En el escenario, dos
proyectos de país se prepararon para la disputa por la hegemonía y conducción
política de los acontecimientos que estaban por venir. La unidad cívico-militar,
factor decisivo para el derrocamiento del dictador, ya no era un bloque
monolítico. El enemigo común que unificó
las fuerzas triunfantes ya no existía. A ello contribuyó el retorno al país de
los exiliados, entre los que se contaban los líderes históricos de los partidos
que integraban la Junta Patriótica, quienes, precisamente, no fueron los que
llevaron el peso de la lucha clandestina ni tuvieron que jugarse la vida
enfrentando las consecuencias de la represión de la dictadura. Las diferencias
internas, producto de enfoques distintos en cuanto a cómo entender el futuro
inmediato y las tareas para la coyuntura, ya no podían soslayarse ni aplazarse.
Unos, representantes de la generación del 28 y de los partidos AD, COPEI y URD,
apuntaban sus aspiraciones al establecimiento de un proyecto de país
previamente delineado y acordado en el Pacto de Nueva York; es decir, una
democracia formal, representativa, aliada a los intereses de la burguesía
nacional y del capital transnacional, bajo la tutela imperial del Departamento
de Estado de los EEUU. Mientras que otros, en sintonía con los intereses de las
masas populares, con el sentir y aspiraciones de la calle, que asumieron el
protagonismo de la lucha junto con sectores progresistas y nacionalistas de las
Fuerzas Armadas, optaron por transformaciones que llevarían al país por la
senda de una democracia de participación popular, con justicia social y
soberanía nacional. Si bien esta
corriente no está plenamente definida para el momento cuando se produjo la
caída de la dictadura, ella va perfilando su sentido histórico-social en el
desarrollo de la confrontación política de los sucesos posteriores hasta llegar
a constituirse en dominante en el proceso.
¿POR QUÉ ESTA
CORRIENTE, QUE LUEGO INSURGE, NO ASUMIÓ EL PROTAGONISMO EL 23 DE ENERO DE 1958?
Sencillamente porque fue prisionera de una
concepción etapista y economicista de la revolución que, dejando de lado el
carácter capitalista de la estructura económico-social de nuestra sociedad y olvidando
las Tesis de Abril de Lenin y las experiencias
de las revoluciones democrático-populares de Vietnam y China, privilegió el
desarrollo de las fuerzas productivas en el marco de un modelo de desarrollo
capitalista que colocó a la burguesía como clase dirigente de la sociedad
venezolana.
Eloy Torres, dirigente obrero del Partido Comunista
de Venezuela (PCV), es enfático cuando en su discurso del Nuevo Circo, en 1958,
luego del III Congreso de los Trabajadores y de la firma del Pacto Obrero-Patronal
dice
“Vemos
en la burguesía un factor de nuestro progreso económico y en eso acompañamos
(…) La clase obrera, a pesar de que pasó diez años sin conseguir
reivindicaciones, no se desbocó en procura de los bienes que la tiranía le negó.
Por el contrario, suscribió un avenimiento obrero-patronal (…) La burguesía
puede contar con la solidaridad de los obreros y campesinos para alcanzar la
independencia económica del país”. (Pedro Pablo Linárez. La Insurrección Armada
en Venezuela, p.75)
¿SE PUDO HABER
AVANZADO MÁS EN 1958 EN LA CONQUISTA DE ESPACIOS DE PODER QUE FAVORECIERAN A
LAS MASAS POPULARES EN SUS REIVINDICACIONES?
Veamos la conclusión a la que arribó el PCV
en el III Congreso de 1961:
“Lo alcanzado el 23
de enero de 1.958 no daba para más; se había logrado algo extraordinario:
democracia burguesa (perfectible), con separación de poderes y elección
popular…” (Ramón Morales Rossi. De Iracara a la mengua de la Lucha Armada, p.
61)
Es obvio, el resultado del 23 de enero de 1958
no podía ser otro que el apuntado arriba, ya
que si nunca se actuó orientado por una estrategia de poder, cómo se
podían crear, entonces, las condiciones favorables para avanzar hacia objetivos
superiores. Por el contrario, se actuó como apagafuegos de las contradicciones de
clase, se desmontó la Junta Patriótica y las estructuras de masas creadas al
calor de las luchas de antes y después del 23 de enero. Se desmovilizó a las
masas populares para colocarlas a la cola del proyecto de la burguesía; perdiendo
de vista que el Pacto de Nueva York ya anunciaba el carácter excluyente de la
democracia que sucedería a la dictadura. No se tomó en cuenta el anticomunismo
betancurista, ni el Programa adeco del Trienio, ni la Constitución de 1947,
todo ello hechura adeca.
Es así como en vez de avanzar en un proceso
de acumulación de fuerzas que apuntara a la conformación de un frente clasista
de obreros, campesinos, estudiantes y militares patriotas para enfrenar al
Pacto de Punto Fijo, se fue, precipitadamente, a un proceso electoral en
condiciones que debilitaron la posibilidad de unir a sectores susceptibles de
ser unidos en un programa político de cambios progresistas. Con la derrota electoral y el triunfo de
Rómulo Betancourt, se perdió la oportunidad de dar un salto cualitativo en la
lucha por el poder.
LA POLÍTICA ANTIPOPULAR
Y REPRESIVA DE BETANCOURT
El gobierno adeco llevó adelante lo que se
llamó una política hambreadora con la
eliminación del Plan de Emergencia, la rebaja del 10% de los sueldos de los
empleados públicos y el reajuste en los costos de los contratos colectivos. Con
el aumento del desempleo y la precariedad de la vida, vino lo que tenía que
llegar: la reacción de desempleados, trabajadores y estudiantes que tomaron las
calles para manifestar el rechazo al paquete económico, siendo éstas enfrentadas
por el gobierno con peinillas, plomo y la Ley de Vagos y Maleantes. La
violencia del Estado empezó a dejar su saldo de presos, heridos y lesionados hasta
que, el 4 de agosto de 1959, la Plaza La Concordia fue escenario de la brutal
represión contra una manifestación de desempleados que dejó el lamentable saldo
de 03 muertos y 70 heridos. Esta acción marcó un antes y un después en la lucha
callejera de las masas.
Las brigadas de autodefensa de las movilizaciones
populares fue la respuesta inmediata, lo que empezó a generar un escalamiento
exponencial de violencia. Como dice
Morales Rossi en su libro ya citado “…el
proceso armado o de lucha armada se inició de manera espontánea… casi de
inmediato a la huida del dictador…”
Más adelante agregó “… se comienza
a disparar contra la policía y ese mismo año (1960), tanto el MIR como el PCV
son rebasados por grupos de otra categoría…” Los grupos a los que hace referencia son
núcleos insurgentes de las mismas organizaciones que se prepararon en otras
formas de respuestas a la política represiva del gobierno. Ellos son el Frente
Unido de Liberación (FUL), el Directorio Revolucionario Venezolano (DIREVE) y
el Triángulo Negro (TN).
EL MIR Y EL PCV
FORMALIZAN SU ADHESIÓN A LA LUCHA ARMADA
“En marzo de 1961, el
PCV realiza su III Congreso, en el que se decide, por mayoría, ir a la
resistencia armada e igualmente el MIR adopta la misma la misma línea, un
sector de la izquierda de URD,
liderado por Fabricio Ojeda, adopta también la lucha armada…” (Pedro Pablo
Linárez, p. 91)
Nuevamente la Dirección política del PCV
evidenció su rezago con respecto a la interpretación de la dinámica
socio-política. Cuando se tomó esta decisión fue para formalizar una situación
de hecho, ya la lucha armada es una realidad que tenía expresiones concretas en
las Brigadas y Escuelas Guerrilleras que empezaron a formarse después de la
masacre de las Plaza La Concordia.
Concretamente las brigadas universitarias como 21 de Noviembre y Ricardo
Navarro, como refiere Jesús Vásquez en el libro antes citado, y la Escuela de
Camunare Rojo en el Estado Yaracuy. Por
otra parte, esta decisión, que no fue compartida por algunos miembros del Buró
Político permitió impulsar con más decisión la creación de los Frentes
Guerrilleros del occidente del país y la Unidades Tácticas de Combate (UTC),
Brigadas y Destacamentos a nivel urbano. No obstante, en el seno mismo de los
partidarios de la lucha armada no existió una visión compartida en cuanto a la
estrategia a seguir. Hubo un sector más inclinado a priorizar el papel de las
Fuerzas Armadas Nacionales y la acción golpista que dejaba a las unidades
armadas propias en rol secundario; mientras que otro sector, si bien reconocía
el protagonismo de los aparatos armados propios, establecía la ciudad como el
escenario principal de lucha, quedando los afectos a la lucha armada rural como
una tercera pieza del ajedrez.
Evidentemente que esta trilogía, sumada a la
representación de quienes negaban la lucha armada, restaba fuerza y eficacia a
la lucha ya que significaba una dispersión de esfuerzos y recursos como lo
refiere Douglas Bravo, en la entrevista con Alfredo Peña, cuando habla de la
situación después de los primeros combates:
“Comenzaron las dificultades propias del
medio físico: problemas para abastecerse, movilizarse, contar con una
retaguardia segura y un amplio apoyo de masas. Por otra parte, debido a la
concepción que privaba en el Partido, la guerrilla era una forma de lucha
bastante secundaria y no se le prestaba suficiente ayuda y apoyo nacional”. (p.
87)
EL PCV SE JUEGA LA
ÚLTIMA CARTA PARA LA TOMA DEL PODER
Para el proceso electoral de 1963, se decidió
por la vía del boicot a las elecciones, asumir la abstención electoral en
combinación con un plan insurreccional que se llamó “El Plan Caracas”. Nada
del Plan se cumplió: la abstención electoral no llegó al 8%, ganó Raúl Leoni la
presidencia de la República, los partidos de la derecha acapararon el 70% de
los votos, y
las armas para la insurrección fueron
capturadas en situación de abandono en Punta Macolla, estado Falcón.
EMPIEZA LA RETIRADA
Comenta Douglas Bravo, en la entrevista de
Alfredo Peña, lo siguiente:
“En el
VI Pleno del Comité Central del Partido, 1963-1964, hicimos una evaluación de
la situación y discutimos la táctica a seguir. Era evidente que nuestras
fuerzas principales habían sido derrotadas…Surgieron, en esa reunión, tres
tesis: una, la retirada general; otra, hacer maniobras para estimular un golpe;
la tercera; pasar a la ofensiva… Yo me pronuncié por la retirada”.
Se va corriendo la arruga sin tomar una
decisión y hasta el año 65 cuando se abordó el tema nuevamente en el VII Pleno
del Comité Central, refirió al respecto:
“Las
tres tesis fundamentales que se debatían eran: 1) continuar la lucha armada; 2)
continuar la lucha armada, pero tomando como centro la insurrección armada; y
3) deponer la lucha armada y volver a la legalidad…De allí salió la llamada Paz
Democrática…”
Luego vino el Manifiesto de Iracara y la
expulsión de Douglas Bravo. En este documento presentó la tesis de la Insurrección Combinada que colocaba el
centro de mando de la confrontación en la guerrilla rural.
Mientras tanto en el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR) la situación no es muy distinta, ya que para el año 1964
la corriente de Domingo Alberto Rangel, Jesús María Casal y Jesús Villavicencio
se han separado de la organización por desacuerdos con respecto a la lucha
armada.
El Frente Guerrillero Ezequiel Zamora, a raíz
de la operación “El Bachiller I” que implementan las fuerzas armadas, fue
prácticamente desmantelado, sufriendo considerables bajas, incluyendo el
asesinato y desaparición de Trino Barrios y Víctor Soto Rojas, primer
comandante y comisario político, respectivamente.
LA GUERRILLA RURAL EN
EL ORIENTE
A grosso
modo la situación del país para ese período de finales de 1963 y principios
de 1964 era la siguiente:
a)
Como hemos visto, a nivel de las fuerzas revolucionarias
que llevaban el peso de la lucha armada rural, más específicamente el PCV, por
cuanto el MIR hasta ese momento no contaba con un frente guerrillero propio,
existía consenso en torno al balance que daba cuenta de la merma significativa
de la capacidad militar y, por ende, de combate, de sus fuerzas debido a los
golpes recibidos por el enemigo. Se hablaba, incluso, de derrota militar.
b)
En ese mismo orden militar, la influencia en
el seno de las Fuerzas Armadas Nacionales estaba disminuida considerablemente, producto
de los fracasos de los alzamientos de Carúpano y Puerto Cabello; realidad que
se vio reflejada en el fracaso del Plan Caracas, cuando se fue incapaz de
movilizar alguna fuerza militar para boicotear el proceso electoral y estimular
la insurrección.
c)
Políticamente se está en presencia de un
reflujo de la disposición de lucha de las masas, reflujo que, como quedó
demostrado, no era transitorio, sino que afectaba la legitimidad misma del
proyecto de cambio que presentaba el movimiento revolucionario.
d)
Los resultados electorales de 1963 vinieron a
ratificar el apoyo popular al sistema democrático imperante, cuando apenas
menos de un 8% de la población electoral se abstuvo y el 70% de los votantes sufragó por opciones
abiertamente de derecha.
e)
El MIR se dividió a principios 1964 con la
salida de la corriente de Domingo Alberto Rangel
f)
Como dato curioso, los resultados de las
elecciones parlamentarias del año 1968, 10 años después de la caída de la
dictadura, presentan a Marcos Pérez Jiménez como el senador más votado por
Caracas con el 12% de los votos, mientras que FDP (Larrazábal) y el PCV juntos sólo
llegan al 8% de los votos.
En este contexto surgió a mediados del año
1963, el primer núcleo guerrillero en el campo oriental, bastión electoral
adeco. Se trataba del Destacamento 4 de Mayo al mando de Alfredo Maneiro, quien
venía de fracasar en el intento de establecer un frente guerrillero en la
Azulita, estado Mérida, y que escogió la zona de Caripe, en el estado Monagas,
para el inicio de las operaciones.
Posteriormente, en el año 1964, cito:
“Luego de la experiencia vivida en un semestre de
actividades, este destacamento se convierte en un Frente Guerrillero, adoptando
el nombre de Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, en honor al primer
Comandante de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional… El Frente quedó
constituido por el Destacamento “4 de Mayo” al mando de Héctor Fleming Mendoza;
el Destacamento “Tuto Lanz” por “Madero” (Ortiz Resplandor) y el Destacamento
“Elio Carrasquero”. Posteriormente crean el destacamento “Guerra y Millán, al
mando de Winston Bermúdez…” (Pedro Pablo Linárez, La Insurrección Armada en
Venezuela” p.168 y 219)
Para desarrollar su accionar el Frente Ponte
Rodríguez ubicó sus fuerzas en una amplia zona que comprendía las poblaciones
de Quiríquire, Río Chiquito, Caripe, Teresén y Caripito del estado Monagas,
uniéndolas con el eje carretero Caripito, Carúpano, pasando por Casanay, Catuaro,
San Bonifacio y otros poblados intermedios. Por su parte, el Destacamento “Tuto
Lanz” se ubicó fuera de este radio de
acción y se instaló en la zona de Cancamure-San Juan-El Tacal; próxima a la
ciudad de Cumaná, donde el Partido Comunista había desarrollado un trabajo
político de masas campesinas.
ACCIONAR MILITAR DEL FRENTE
PONTE RODRÍGUEZ
Según testimonio recogido del combatiente
Jesús “Chuo” Villaroel, fueron pocas las operaciones realizadas durante este
período y destaca las tomas de Caripe, Teresén y Quiriquire ; así como las
emboscadas de El Pinto y Río Punceres en
el estado Monagas en las que se les produjeron bajas al enemigo.
LA
INSERCIÓN SOCIAL DE LA GUERRILLA.
Refiere “Chuo” Villaroel que fue Winston Bermúdez
quien acerca la guerrilla a las zonas de mayor concentración de masas y se dio
una experiencia de asambleas en las que se discutían hasta los problemas de la
vida cotidiana de los campesinos. Indicó que, en líneas generales, los
campesinos eran solidarios con la guerrilla, colaboraban en la logística y en
trabajo de inteligencia para conocer los movimientos del enemigo en la zona,
pero manifestaban poca disposición a la incorporación a la lucha. Y, de
aquellos que se hacían combatientes, pocos eran los que aguantaban el rigor de
la vida guerrillera. Por esta razón, el crecimiento de la guerrilla fue
limitado; su composición orgánica estaba conformada, fundamentalmente, por militantes
urbanos; siendo en buena medida por aquellos que eran subidos por razones de
seguridad por estar buscados por los cuerpos represivos.
LA OFENSIVA ENEMIGA
Ya
para ese momento, las Fuerzas Armadas Nacionales han recibido preparación en la
lucha antiguerrillera. Oficiales venezolanos han sido formados en tácticas de
contrainsurgencia en la Escuela de las Américas en Panamá y han aprendido a
combatir, interrogar y torturar. Han
sido creados los batallones de Cazadores y los Teatros de Operaciones, llegando a instalarse un total de 06 en el
país. Ubicando el TO4 en la región oriental que funcionó, inicialmente, en Cachipo, estado Monagas y, posteriormente,
pasó a Cocollar, estado Sucre. En torno a estos TO estratégicos, se distribuye
un conjunto de tropas para respuestas inmediatas en campamentos tácticos como el
de Caño de Cruz. También se había mejorado el equipamiento de combate de la
tropa dotándosele de un arma automática, el moderno fusil FAL.
Durante
el período de la lucha armada en Oriente fueron varias las operaciones
ofensivas desplegadas por el enemigo para aniquilar los destacamentos guerrilleros,
una de ellas fue la Operación Cancamure en octubre de 1965, cuyo objetivo fue la de
aniquilar el Destacamento “Tuto Lanz” que operaba en la zona del mismo nombre.
Es necesario indicar que esta operación se montó basándose en las informaciones
que aportó el traidor Carlos Núñez Tenorio (Luisito), jefe de la retaguardia
del destacamento. En el desarrollo de la operación son detenidos y torturados
los campesinos de la zona, base de apoyo de la guerrilla, siendo algunos de
ellos asesinados y desaparecidos como fue el caso de Aniceto Lanza y Eugenio
García. Fue desplegada inmediatamente una persecución contra la fuerza guerrillera
que terminó con el desmantelamiento del Destacamento “Tuto Lanz” y la entrega de
su comandante Antonio Ortiz Resplandor. Ya antes, en el mes de agosto, la
estructura logística de Los Bajos de San Bonifacio que dirigía César Burguillos
había sido apresada y todos sus miembros, 06 en total, incluyendo a César
Burguillos, asesinados y desaparecidos.
En
este período otras zonas del Estado Sucre sufrieron igualmente la embestida
represiva. Catuaro, Casanay, Cumaná y Carúpano, se cuentan entre ellas que, en
conjunto, dejaron un saldo importante de detenidos, torturados y desaparecidos.
También se registraron entre los detenidos al Jefe del Estado Mayor del Frente
Ponte Rodríguez, el doctor José María Sanabria. En otras ciudades ocurrió la
misma situación. En Puerto La Cruz desmantelaron el equipo de explosivos y fue detenido
Elímenes Chirino “Pantaleón” que entregó la fábrica de armas “El Garabato”. Fue
detenido en Lecherías, Winston Bermúdez, comandante del Destacamento “Guerra y
Millán”. Posteriormente, se produjo la deserción del comandante Héctor Fleming
Mendoza que abandonó el Destacamento “4 de Mayo” durante un cerco militar.
Toda
esta situación configura un cuadro de debilidad para el Frente, lo cual no
logró ser superado por cuanto a ello se agrega la política de Paz Democrática
que había ganado terreno en el seno de la dirección del PCV. Su norte era la pacificación, no la guerra,
lo que significaba el principio del fin; sin embargo, lograron llegar hasta al
año 1969 agrupados en un solo Destacamento, el “Elio Carrasquero”, cuando con
la Pacificación de Rafael Caldera salió del monte lo que quedaba del Frente
Manuel Ponte Rodríguez. Un frente que llegó a tener, en su mejor momento, unos
70 hombres distribuidos en 4 Destacamentos.
FUNDACIÓN DEL FRENTE GUERRILLERO ANTONIO
JOSE DE SUCRE
A principios
de 1971, me incorporé al Frente Guerrillero Antonio José de Sucre que, en ese momento, se encontraba en una zona
entre San Mateo y el Km 90 del estado Anzoátegui. Este Destacamento, comandado
por Carlos Betancourt, tenía unos 25 hombres y representaba no sólo todo el
Frente Antonio José de Sucre, sino también toda la fuerza guerrillera existente
en el oriente del país.
A
mediados de ese año, se realizó el II Pleno de Cuadros de Bandera Roja y entre
las resoluciones se acordó la de fortalecer la estructura urbana del Partido.
Hay que ubicarse que para esa fecha, la Organización sólo tenía un año de
fundada.
Entonces
se procedió a bajar a la ciudad a todos los guerrilleros, excepto a los que
éramos nuevos, a los campesinos baqueanos y a algunos mandos. Este personal
saliente fue distribuido entre el Distrito de Oriente Trino Barrios y el Distrito del Centro Fabricio Ojeda. En el Frente solamente quedamos 12 guerrilleros
entre mandos y combatientes.
La
actividad del Frente durante un año se dividió entre la atención a la Escuela
Político-Militar dirigida por Tito González Heredia que estaba dedicada a la
formación de militantes que subían de la ciudad y el grupo guerrillero (06
hombres) encargado de recorrer zonas para hacer contactos con los campesinos. A
mediados del año 72, nos reencontramos y
nuestro grupo eramos los mismos 06 hombres que salimos y el grupo de
Salas Suárez; comandante del Frente, más o menos los mismos que dejamos.
En
el segundo semestre de 1972, se realizó el III Pleno de Cuadros, en el
cual se decidió un plan de operaciones
militares para la guerrilla. Para entonces, habríamos aumentado en unos cinco o
seis hombres; unos, enviados de la zona campesina de Guayana; más dos campesinos
que eran de la zona donde estábamos.
La
campaña operativa se inició a finales de ese año pero, después de la primera
acción, hubo que suspenderla porque el cerco que nos lanzaron no nos permitió
abastecernos, obligándonos por la escasez logística a regresar
al punto de partida. Comenzamos el año 1973 con una nueva operación que cerró
la campaña operacional.
Así
llegué a dos años de combatiente guerrillero y en mi balance personal no
registro haber participado en ningún trabajo político de masas durante ese
tiempo.
Ese
año 1973 se decidió dividir el personal en dos grupos; uno para el estado
Monagas con Salas Suárez y el otro para el
estado Anzoátegui con Eduardo Candiales.
En
Monagas se asumió una política de mayor impulso al trabajo de masas. Se inició
un trabajo suburbano en el eje vial El Furrial-Maturín que se atendió
políticamente entre los años 73 y 74 y con las limitaciones propias que
implicaba hacerlo desde la condición de guerrilla rural. Este trabajo político
que estaba dando algunos frutos en lo organizativo, terminó siendo destruido
por la acción represiva de los cuerpos de seguridad lo que dejó un saldo de varios
estudiantes presos por Rebelión Militar. En el plano del trabajo político en
las zonas campesinas en Monagas debo decir que, si bien es cierto que se hizo
un esfuerzo por avanzar en la concientización de las masas que estaban en
nuestro radio de acción, también es cierto que la guerrilla se hizo sedentaria
al prolongar indefinidamente su presencia en una misma zona, contrariando con
ello el principio de la movilidad que debe caracterizar la táctica guerrillera.
Y, obviamente, llegó lo que tenía que ocurrir. Al ser detectada la presencia de
la guerrilla, el ejército penetró la zona, la guerrilla se mantuvo en su
posición y se produjo un encuentro armado no deseado, pero no evitado. Luego,
la guerrilla se retiró y la represión destruyó lo construido durante meses de
contacto con las masas. Esta situación fue una constante que estuvo presente en
todos los escenarios de la lucha armada rural que se gestó en el país. En el
año 75, después de cuatro años de permanencia en el Frente Antonio José de
Sucre, salí a la ciudad a cumplir nuevas tareas.
Es
necesario explicar que el propósito de este relato apunta en la dirección de
graficar, a grandes rasgos, aspectos de una realidad concreta y de un momento
del proceso que hoy es objeto de este seminario; de manera que el lector,
desconocedor del tema en cuestión, pueda contar con algunos elementos de esa
realidad que pueda contribuir en la elaboración de su valoración final
LA DIVISIÓN DEL FRENTE ANTONIO JOSÉ DE
SUCRE
A
principios de año 1976 se realizó, en el oriente del país, el IV Pleno de
Cuadros de Bandera Roja, en el cual la Comandancia del Frente que participaba
en el pleno decidió separarse del Partido con la presentación de un
cuestionamiento que incluía, entre otros aspectos, la línea militar para la conducción
de la guerrilla, a la cual se le atribuye la causa de la pasividad y la falta
de acciones militares de orden ofensivo. Teniendo como objetivo subyacente esta
política -me refiero a la opinión de la comandancia- el interés de la Dirección de BR de generar
las condiciones para la legalización.
No
voy a entrar en especulaciones, diatribas ni en cuestiones internas sobre
situaciones que vivió el Frente Antonio José de Sucre durante sus últimos tres
años de existencia, pero lo cierto es que, partiendo de los hechos conocidos, puedo
afirmar que, en el mejor de los casos, el esfuerzo puesto en llevar adelante
una campaña de ofensiva militar contra el enemigo se encontró de frente con una
realidad multifactorial que los derrotó. Y, más allá de incidencias
circunstanciales y subjetivas, la realidad puso nuevamente en evidencia que el
problema de la construcción de una referencia político-militar para la
revolución venezolana requería de respuestas de más fondo y para ello no
bastaba con echar tiros. Así llegó a su fin la existencia del Frente Antonio
José de Sucre, luego de 14 años de transitar por las montañas y llanos del
campo oriental venezolano.
FUNDACIÓN DEL FRENTE AMÉRICO SILVA
El
14 de agosto de 1977 se realizó la fuga de la Cárcel de la Pica y con ello el
formal nacimiento del Frente Américo Silva (FAS), dando cumplimiento de esta
manera a la decisión emanada del IV Pleno de cuadros cuando, después de la
división, se reunió para tratar asuntos pendientes como la expulsión de la
fracción de Carlos Betancourt, la elección del nuevo Comité Político Nacional y
la inclusión del aparato armado rural, en este caso, la de constituir un nuevo
frente guerrillero que llevara por nombre Américo Silva, en homenaje al
camarada fundador del Frente Antonio José de Sucre.
Se
hicieron algunas consideraciones en relación a las condiciones que debían
procurarse para el nuevo Frente; entre ellas, el estudio social, económico y
político del universo rural para determinar la zona más conveniente. Esta parte
no se cumplió. El Frente volvió en su andar por las zonas de siempre. Durante
el año que permanecí en el Frente Américo Silva tuve el “atrevimiento” de
manifestar, en una oportunidad, mis reservas o dudas en cuanto la pertinencia
de la lucha armada rural. Se realizó una reunión, fuera del colectivo guerrillero,
con los miembros de la dirección del Partido en la guerrilla que concluyó, después
de varias reuniones. sin cambios en las posiciones de las partes. Meses después
fui enviado a la ciudad a cumplir nuevas tareas.
El
Frente Américo Silva se mantiene en el monte hasta el año 1994 cuando, en rueda
de prensa, anunció al país la cesación de actividades. Cronológicamente
hablando, el Frente se mantuvo desde 1977 hasta esa fecha del año 94, con una
breve interrupción producto de la lamentable Masacre de Cantaura en la que
perdieron la vida 23 valiosos revolucionarios. En total, fueron 17 años
existencia.
Partiendo
del año 63 cuando se inicia el Frente Manuel Ponte Rodríguez hasta el año 94
cuando se cierra el ciclo del Frente Américo Silva, se puede decir que la
guerrilla en el Oriente se mantuvo de manera continua durante 31 años.
CONSIDERACIONES FINALES
1) En
mi opinión, el error fundamental que se cometió en el período que se inició el
23 de enero de1958, fue no contar con una caracterización correcta de la
formación económico-social de Venezuela. Ese déficit permitió que se establecieran
alianzas, objetivos y formas de lucha en disonancia con nuestra realidad. Además, un factor esencial
y determinante para la lucha por la hegemonía política y el balance de las
fuerzas en disputa fue que obstruyó la posibilidad de unificar todas las
fuerzas en un solo bloque, bajo una sola dirección y un mismo Programa. A esta
falencia, se pudiera agregar la dependencia con respecto a la URSS, la Guerra
Fría, entre otros factores, que incidieron en la conducta del PCV.
2) Si
algún momento brindó las condiciones para el asalto del poder político, ese fue
el 23 de enero. Frente a un aparato de Estado desarticulado y deslegitimado,
con unas Fuerzas Armadas fracturadas, una policía política en desbandada y un
pueblo insurreccionado en la calle que reconocía la autoridad moral y política
de la Junta Patriótica, resultó que la dirección política del movimiento se fue
por el camino de la conciliación de clases, poniendo el movimiento de masas
tras el proyecto político de la burguesía.
3) Se
hizo del derrocamiento de la dictadura un fin en sí mismo. No se entendió la
coyuntura como un momento en el camino en el que se abría un nuevo horizonte
con nuevos objetivos.
4) Se
concurrió así a las elecciones en ese momento, en vez de aprovechar las
condiciones existentes para la construcción de un amplio frente popular que
empujara la lucha hacia la conquista de reivindicaciones inmediatas para las
masas y lograr espacios de poder que
permitieran disputarle la hegemonía política al Pacto de Punto Fijo para que
con una correlación de fuerzas más favorable, entonces participar en las
elecciones.
5) Ganó
Rómulo Betancourt la presidencia e inició la aplicación de su programa
económico hambreador (suspensión del Plan de Emergencia y rebaja del sueldo de
los empleados públicos en un 10%), las masas respondieron en las calles y el gobierno
sacó la peinilla, los fusiles y la Ley de Vagos y Maleantes. El pueblo puso los
muertos.
6) Ante
esta situación, la militancia de la calle respondió organizando brigadas de
autodefensas de las movilizaciones. Se inició, de esta manera, una dinámica
alimentada por la espiral de violencia donde la militancia de la calle
espontáneamente asumió formas de lucha
más radicales para enfrentar la represión.
7) Fue
en abril de 1961 cuando el PCV fijó una posición con respecto a la violencia,
que ha ganado terreno y que se manifestaba de forma armada. La decisión que
tomó el III Congreso del Partido Comunista fue a favor de la lucha armada. Por
su parte, el MIR adoptó la misma política en apoyo a las acciones. Estábamos,
entonces en guerra.
8) Aquí
viene el punto nodal del asunto. La
pregunta que desde el año 1961 no logra el consenso; ¿fue correcta la decisión? Si lo era, entonces
viene otra pregunta: ¿fue correcta las formas que asume la lucha armada? ¿dónde
colocar el énfasis, en la lucha urbana o en la lucha rural?
9) Para
intentar una respuesta hay que empezar por decir que el PCV y el MIR decidieron
sobre una situación que en los hechos era una realidad: la lucha armada ya
había empezado en la ciudad. Luego, lo que hicieron con la resolución, fue
adaptarse a lo que había en el escenario. Este pragmatismo pretendió subsanar
la omisión de una política que, durante el tiempo de gobierno que llevaba
Rómulo Betancourt, no fue capaz de orientar ante la arremetida gubernamental.
Cabe señalar que la decisión de ir a la lucha armada no fue unánime ni asumida
de la misma manera entre quienes la apoyaban. Un sector apostaba más a la
asonada militar por parte de las fuerzas armadas, con apoyo de la estructura
militar propia, y, el otro sector lo hacía a favor de la guerra de guerrillas.
10) En
lo personal considero que la voluntad de asumir la lucha armada, comprometiendo
en este juicio a todos los protagonistas, se vio estimulada en un principio por
el ejemplo de la Revolución Cubana, luego se pasó más allá del ejemplo y fueron
orientaciones y apoyo directo para el desarrollo de la guerra. Aunque para ese
momento era difícil detener la confrontación, si se podía dentro de una
concepción del ejercicio de la violencia revolucionaria no vanguardista ni
inmediatista, crear formas de administración y conducción violencia que no nos
aislara de las masas.
No
se tenía que ir necesariamente al combate frontal, porque la correlación de
fuerzas no estaba enteramente a nuestro favor.
11) Se
estableció un paralelismo que equiparaba violencia=lucha armada, no entendiendo
que la violencia tiene formas de manifestarse no necesariamente armadas.
12) La
lucha armada al ser asumida como forma de lucha principal desplazó o quitó
impulso a las luchas reivindicativas de las masas porque el esfuerzo estaba
centrado en la guerra. De esta manera, se fue perdiendo la influencia y el
vínculo con las organizaciones sociales. Incluso, el clima de violencia fue
utilizado por el gobierno para justificar la represión a las protestas
pacíficas.
13) Colocar
la lucha armada rural, como forma de lucha principal, contribuyó al aislamiento
con los movimientos sociales. Esa decisión puede tener al menos dos
explicaciones: una, que ante las
dificultades que presentaba la formación de un cuerpo armado en la ciudad, el
monte presentaba la posibilidad de hacerlo; y la otra, por un desconocimiento a
las características socio-económicas de la realidad venezolana. Para ese
momento el país era eminentemente petrolero, urbano y capitalista. Por lo
tanto, no estaba planteada la revolución campesina de China. La contradicción que
dominaba en nuestro país era la que enfrenta al obrero con el capitalista. Era
un contrasentido poner entonces la forma principal de lucha en un escenario que
tiende al despoblamiento, aislado de la dinámica política y de las luchas de
los trabajadores. Con ese esquema se pretendía que los trabajadores y
estudiantes abandonaran sus espacios naturales de lucha para enrolarse en un
ejército en el monte.
14) Esto
explica el por qué la guerrilla rural en general y, en particular, en el caso
del Oriente que es la experiencia que analizamos en ese seminario, no llegara a
alcanzar en los 31 años de existencia algún nivel de desarrollo bien sea
orgánico, político o militar que se pueda destacar. La guerrilla rural
venezolana nunca significó una amenaza real para la estabilidad del sistema
democrático y sus instituciones. Creo que fue el mayor desacierto que cometimos
desde el punto de la estrategia militar. En ello, todos los que la asumimos
tenemos una cuota de responsabilidad. Nos queda el orgullo de haber hecho lo
que hicimos desinteresadamente, por fidelidad a nuestras convicciones, creímos
en esa lucha y le pusimos conscientemente todo nuestro empeño. Lamentamos sí,
la pérdida de nuestros camaradas caídos en combate, desaparecidos o victimas en
cualquier otra circunstancia. Pudo haber sido cualquiera de nosotros, de los
que sobrevivimos. Condenamos y pedimos justicia por todos aquellos campesinos y
hombres del pueblo que sufrieron la embestida represiva de un Estado que se
valió de prácticas violatorias de los más elementales derechos humanos para
masacrar a una población indefensa. Nos toca seguir reivindicando este
esfuerzo, independientemente de los errores, como un intento serio por
cambiar las estructuras de un sistema explotador y que de paso a una sociedad más igualitaria
y humana.
Fuentes bibliográficas:
Linárez, Pedro Pablo : LA INSURRECCIÓN ARMADA EN
VENEZUELA, Ediciones de la Universidad Bolivariana de Venezuela,
Colección Memoria de la Insurgencia, 2012
Morales Rossi, Ramón Elías: DOCUMENTOS PARA LA POLÉMICA: DE IRACARA A LA MENGUA DE LA LUCHA ARMADA
1964-1968, Editorial Rescate Siglo XX. Barquisimeto, estado Lara, 2022
Peña, Alfredo: CONVERSACIONES
CON DOUGLAS BRAVO. Colección Actualidad Política, Editorial Ateneo de
Caracas, 1978
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