PONENCIA DE PEDRO FIGUEROA GUERRERO


Lucha armada en Venezuela 1960 – 1994, una historia en dos momentos.

Las precisiones de su segunda fase (1970 – 1994)

 

Pedro Figueroa Guerrero

rocinante2001@gmail.com

Ponencia

Seminario: “La Lucha Armada en el Oriente de Venezuela, 1965 – 1994”

Caracas, Escuela de Historia, Universidad Central de Venezuela (UCV)

Noviembre 2023

 

RESUMEN

La noción socialmente aceptada y admitida en el país, respecto a la lucha armada en Venezuela siglo XX, define al lapso cronológico 1960 – 1970 como el marco del desarrollo y finalización de la lucha armada siglo XX en el país, y ello no se ajusta a la verdad histórica, pues se trató de un proceso ininterrumpido que se extendió hasta 1994.

Dicha dinámica fue un proceso constante y único en el que, se incluyen rupturas o quiebres en algunos aspectos que no perturban su unicidad, y, en el que se pueden determinarse dos momentos, fases o etapas: una primera entre 1960 y 1970 y una segunda entre 1970 y 1994, cada una de ellas determinada en un contexto, condiciones, particularidades y características que les son propias y les definen, pero que no rompen o fragmentan el proceso mismo. En las cuartillas a continuación, se esbozaran las definiciones exigentes que tipifican el segundo de dichos momentos, 1970 – 1994.

PALABRAS CLAVE:

Lucha armada Venezuela – Venezuela 1960 – 1994 –Insurgencia guerrillera Venezuela

 

 

Una de las características de la historiografía venezolana es la de contar con algunos espacios temporales y problemas, omitidos y casi olvidados como objeto de estudio. Aspectos o periodos que lucen limitados o inexistentes dentro del conjunto de la producción del conocimiento histórico general. Esos vacíos y omisiones contrastan con problemas y lapsos cronológicos a los que los investigadores han dedicado ingentes esfuerzos de estudio.

Uno de esos segmentos de la historia nacional, con grandes distracciones y limitaciones en su estudio, es de la Lucha Armada del siglo XX, respecto a la cual ha dominado, como componente protuberante,  la errónea noción de que sólo responde exclusivamente a la década 1960 – 1970, cuando en la realidad se amplió hasta mucho tiempo después.

Definiciones necesarias

La lucha armada en la Venezuela del siglo XX, fue el proceso desarrollado en el marco de los comienzos del periodo de democracia representativa, definido por la insurgencia en armas de los elementos principales de la izquierda revolucionaria de entonces, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), de segmentos de otros partidos como Unión Republicana Democrática (URD), de otros vectores políticos y sociales, así como de sectores de la Fuerza Armada Nacional contra el gobierno dirigido por Rómulo Betancourt y Acción Democrática coaligado con el partido socialcristiano Copei y Unión Republicana Democrática (URD).

Tuvo como objeto desplazar a los factores políticos en el manejo del Estado y gobierno, con la intención de construir una alternativa de gestión y resultados distintos para el país, nacionalista y de mayor amplitud democrática. Se desarrolló, en términos de lucha guerrillera urbana y rural, con la combinación de todas las formas de lucha (legales e ilegales, armadas y pacíficas, clandestinas y abiertas, públicas y de masas, parlamentarias incluso), además del concurso de dos alzamientos militares y participación de importantes sectores de las Fuerzas Armadas Nacionales.

La noción socialmente aceptada y generalmente admitida en el país, y conocida fuera de Venezuela, determina el lapso temporal 1960 – 1970, como el marco de su desarrollo y finalización. Ello no se ajusta a la verdad histórica, pues en 1970 se cierra una fase o momento, en un contexto general marcado por la posición política de sectores dentro de la contienda, que decidieron mantener en alto las banderas de la lucha armada.

Se trató, de un proceso constante y único en el que, sin embargo, se incluyen rupturas o quiebres en algunos aspectos y en el que, también, se pueden determinar dos momentos, fases o etapas claramente definibles una primera entre 1960 y 1970 y una segunda entre 1970 y 1994, cada una definida por un entorno, condiciones, particularidades y características que les son propias y les definen, marcadas por un conjunto de condiciones políticas, económicas, sociales, culturales, geopolíticas, geográficas, jurídicas y militares tanto de orden internacional como nacional, pero que no rompen o fragmentan el proceso mismo.

En el marco de lo que se viene expresando, es menester anotar breves precisiones epistemológicas y de método. Primero, entendemos a la historia como proceso en constante desarrollo y cambio, continuo y permanente, que advierte  rompimientos o rupturas, como parte intrínseca de su misma dinámica, que afirman su carácter de indivisible, sin fin, continuado, complejo, multifactorial, poliédrico y contradictorio, en suma, dialéctico. Un ajustado análisis de los procesos históricos, parte de una perspectiva de totalidad, del examen de lo general, de lo abstracto para ir recorriendo un dialectico y complejo camino que contempla lo político, económico, social, cultural, geográfico, cultural, geopolítico, militar, jurídico y diversos ámbitos más.

No sin múltiples tropiezos, el examen de los procesos particulares del proceso – problema lucha armada en Venezuela siglo XX, irá permitiendo llegar a determinaciones reflexivas particulares y concretas que posibilitaban la comprensión, análisis  y la interpretación, que además, nunca será definitiva. Un tanto, la mirada desde la dialéctica materialista, método de análisis de Carlos Marx.

Con ese marco de realidades y en el contexto del Seminario: “La Lucha Armada en el Oriente de Venezuela, 1965 – 1994”,  nos abocaremos a las definiciones del segundo momento o fase de la Lucha armada. En otro espacio, el autor de las presentes líneas ha definido las determinaciones generales del proceso completo de lucha armada 1970- 1994 ([i]).  

Sin embargo, antes de pasar a las precisiones globales del segundo periodo de lucha armada en Venezuela 1970 – 1994, es muy importante, dejar al menos como referencia general, algunas determinaciones que tipifican a los estudios que sobre el problema se han desarrollado en el país.

En primer término, el tema general de la lucha armada, ha sido objeto de estudio y referencia de múltiples autores, pero, hasta donde nos ha sido posible conocer, en ningún caso se ha logrado estructurar un análisis con perspectiva de totalidad de ese largo trajinar de lucha. En ese sentido, podemos apuntar que característica protuberante es que el grueso de las investigaciones sobre el tema atienden, casi exclusivamente, al lapso 1960-1970 ([ii]). Las investigaciones  respecto a la segunda fase de la lucha armada, 1970 – 1994 son realmente excepcionales y los que se adentran en el periodo, la mayoría puntualiza casi exclusivamente el elemento de la represión política.  

Buena parte de los trabajos realizados, atienden esencialmente al área testimonial y se limitan a la recopilación de los mismos ([iii]). 

Los pocos esfuerzos que abordan algún nivel de interpretaciones y valoraciones del proceso, están definidas por la parcialidad de su perspectiva, por lo incompleto de su construcción y por la escasez o inexistencia de contenidos con nuevas visiones, reflexiones y análisis que trasciendan el esquema del relato y la crónica.   

En líneas generales, la historiografía sobre el tema esta signada por la escaza o nula elaboración teórica reflexiva y analítica ([iv]), sus elaboraciones y formulaciones tiene un elevado componente de “superficialidad y (…) unilateralidad” sobre todo en la valoración de lo que fueron sus inicios, su  desarrollo, así como de los fracasos y errores ([v]).  La misma no ha logrado ahondar con rigor en el análisis de las concepciones político teórico filosóficas que guiaron la lucha revolucionaria en esos tiempos ([vi]).

Resulta ser una historia marcada por interpretaciones definidas por la parcialidad de su visión que no supera la narrativa heroica, -llena de magnificación de eventos y de la acción de algunos personajes-, ni lo meramente descriptivo, ni su carácter de mera crónica y de superficialidad  ([vii]) que, en no pocos casos, además, va acompañada de epítetos y descalificaciones sin fundamentos.

Conjuntamente, es una historiografía rubricada por un escaso o inexistente ejercicio de crítica de las fuentes y de su manejo, escenario donde es relevante el uso predominante de la llamada “cita o testimonio de autoridad”, donde la voz de los llamados “comandantes” ha prevalecido ([viii]).

Los estudios y trabajos, en su gran mayoría, apuntan preferentemente a la sectorización alrededor de la actuación de la guerrilla rural, y, más puntualmente hacia la que funcionó al occidente del país bajo la conducción del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Muy pocos los trabajos de igual sentido, sobre el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y su trabajo guerrillero en el oriente del país.

Otro componente que debe anotarse sobre el problema, apunta  a la poca y casi nula atención a la bibliografía y fuentes desde la perspectiva de la contrainsurgencia, del enemigo, es decir, de trabajos, evaluaciones, informes, análisis, reportes y novedades son análisis, trabajos e informes elaborados por organismos de seguridad del Estado (efectivos, funcionarios de cuerpos de seguridad o  personal militar) ([ix]).

Otro factor importante y que tiene que ver directamente con el objeto del presente Seminario “La lucha armada en el Oriente de Venezuela, 1965 – 1994”, es que el discurso histórico que ha prevalecido respecto al tema, insiste en subrayar la derrota militar y política de los factores insurgentes a finales de la década de los 60. Esas perspectivas, clausuran para la historia, el examen del problema y se opera una especie de ejercicio de silenciamiento e invisibilización de la persistencia de la actividad de segmentos armados revolucionarios posteriores a 1970.  Desde el punto de vista de la Historiografía, pudiera afirmarse que ha existido una suerte de manto de silencio sobre las razones y realidades que explican la acción política, organizativa y militar de los factores que mantuvieron elevadas las banderas de la lucha armada desde 1970 hasta 1994. 

Por otro lado, a pesar de los significativos esfuerzos de los últimos años en la historiografía sobre el tema en cuestión, persiste una óptica que ha invisibilizado y hecho casi nulo, el ingente aporte de la izquierda comunista venezolana en la construcción del acervo de lucha política del pueblo y la sociedad venezolana por un país distinto y mejor. 

El segundo momento, 1970 – 1994

A continuación haremos una sumaria precisión de los elementos característicos del segundo lapso o fase de la lucha armada en Venezuela. Haremos abstracción acá – por razones de espacio- de la obligada valoración del contexto internacional, regional y nacional que permite la comprensión y mayor cobertura de análisis del proceso en cuestión.

Si bien, en abril de 1967 el Partido Comunista en su VIII Pleno del CC, anunció formalmente lo que ya venía efectuándose en los hechos, y que fue el abandono de la táctica de lucha armada, también en el seno del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) se venía operando una dinámica en igual sentido y se inicia en 1964 con los debates entre algunos miembros de su Dirección, desde la cárcel, que pugnan entre abandonar la vía armada o continuarla.

Desde el año 64, la discusión respecto a la pertinencia de sostener la táctica de lucha armada estaba presente en la organización, y, la compleja realidad de múltiples problemáticas que dejan ver el desgaste del movimiento armado que no avanza, mantienen, en los hechos, la idea del repliegue, de rectificar y cambiar rumbos.

Puertas adentro de la organización, se venía conformando un proceso que denominaron de “Cuestionamiento Interno” en el que quedarían al desnudo las graves realidades del partido y de su estructura político militar. Los hechos del desembarco de combatientes venezolanos y cubanos provenientes de la isla caribeña en la zona de Machurucuto (El Cocal de los Muertos), Estado Miranda, sirven de referente cronológico, marzo de 1967, pues ponen de relieve la problemática política interna del MIR, al quedar en evidencia la desintegración del Frente Guerrillero “Manuel Ponte Rodríguez” que operaba en la zona de El Bachiller, Estado Miranda.

El proceso terminará en el desgamiento de la organización en tres segmentos que incluyen a sectores de la juventud del partido, al Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre” (FGAJS), -donde confluirán todos los esfuerzos luego de la disolución del Frente Guerrillero “Manuel Ponte Rodríguez”- , y la dirigencia fundacional que terminó rescatando y sosteniendo el nombre de Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que impulsará la vuelta a la legalidad y la cesación de la lucha armada Los demás factores Internos decidirán dar continuidad a la lucha armada ([x]) y fueron los núcleos de donde surgieron Bandera Roja (B.R), la Organización de Revolucionarios (O.R).

De manera que para 1970, con la presencia del Partido de la Revolución Venezolana (PRV), -que ha nacido en 1966-, Bandera Roja (B.R) y la Organización de Revolucionarios (O.R). Se emprende otro momento de la lucha armada revolucionaria en el país, con sus características y condiciones propias, en general distintas del lapso anterior, que tendrá, como todo proceso histórico un desenvolvimiento enrevesado, difícil, dialectico y propio. Debe anotarse también acá, la presencia de otra organización, Punto Cero, conformada por ex militantes del Partido Comunista, que habían estado en Cuba recibiendo entrenamiento político militar y que estaban ajenos de toda esta problemática; al llegar a Venezuela deciden conformar esa organización.

En ésta segunda fase, dos décadas después y sin relación orgánica directa alguna con todo el proceso de lucha armada, importante es subrayarlo, se incluyen las insurrecciones militares de febrero y noviembre de 1992.

El segundo momento culmina en 1994 con la desmovilización unilateral del Frente Guerrillero “Américo Silva” (FAS) del partido  Bandera Roja, respondiendo a nuevas condiciones políticas del país. 

En cualquier circunstancia, se afirma un proceso de continuidad,  de proseguir en la línea táctica de lucha armada como vía para desplazar del poder a los factores que lo venían ejerciendo desde 1958. Como componentes del análisis histórico con perspectiva de totalidad, corresponde verificar y constatar esa línea de continuidad a la que estamos refiriéndonos.

Los factores de caracterización de éste segundo momento o fase, 1970 – 1994,  deben iniciar con la valoración analítica del contexto internacional, que no se aborda en éstas líneas.

Así mismo, en la perspectiva de totalidad, es necesario enfrentar el análisis del marco contextual nacional, y, que, en las presentes líneas apenas indicamos a modo de resumen, en el que los factores de poder, de control del Estado y del gobierno en manos de los elementos del conocido Pacto de Punto Fijo y de la burguesía, resultaron fortalecidos del proceso 1960 – 1970. El país ya no vive el auge de masas y de disposición de lucha presente  inmediatamente después de la caída de Pérez Jiménez en 1958: la democracia burguesa y liberal comienza también un nuevo momento, ahora consolidada.

Los elementos que se han desprendido del Partido Comunista (PRV 1966),  del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (O.R y B.R), así como Punto Cero, desde mediados de 1969, aseveran como correcto mantener en alto las banderas de la lucha armada, por cuanto las razones históricas que la justificaron en 1960, no sólo seguían vigentes una década después, sino que se habían agudizado.

Bandera Roja dispone ahora de su propio Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre” (FGAJS), que venía operando desde 1967,  el Partido de la Revolución Venezolana con el Frente Guerrillero “José Leonardo Chirinos” con actividad desde los iniciales años 60. La Organización de Revolucionarios (O.R) afirmó por aquellas fechas haber constituido el Frente Guerrillero “José Felix Ribas”, pero, salvo aquellas afirmaciones de prensa, no nos ha sido posible conocer evidencia concreta alguna de su actuación y vida cierta ([xi]).

Aquellas agrupaciones promovieron la creación de lo que se denominó el Comité de Integración Revolucionaria (C.I.R) como organización tendente a la resolución de la conformación del Partido y del Ejército Revolucionario. Con posterioridad se formará también el Frente Socialista Revolucionario (F.S.R), como estructura legal y abierta para el desarrollo de algunas tareas concretas como lo fueron la solidaridad y atención a los presos políticos, el afrontar las denuncias y movilización ante las detenciones y/o asesinatos de revolucionarios, intercambios de información, pero sobre todo de propaganda.

Ambas estructuras (Comité de Integración Revolucionaria, C.I.R y  Frente Socialista Revolucionario F.S.R) tendrán poco tiempo de vida, tanto por  el desarrollo y no resolución de algunas contradicciones en el seno de los nuevos segmentos de la izquierda en armas, porque en la práctica no funcionaron efectivamente y por  la acción policial y represiva del gobierno que se afincó con especial fuerza y dedicación sobre quienes decidieron proseguir el camino de la lucha armada y sus estructuras, legales o no. 

En ésta nueva fase, se hizo notoria la radicalización política de la izquierda en armas que comienza a señalarse a sí misma, -no sin  confusiones teóricas-, como adscrita al marxismo leninismo, superándose las posturas de nacionalismo y de sólo antiimperialismo, que fue el eje político ideológico central del movimiento en armas entre 1960 y 1970. Ahora, todos coinciden en que el objetivo de la revolución venezolana será, en última instancia, socialista. La continuidad de la lucha armada irá unida, además,  a las críticas al revisionismo soviético, a la tesis de la coexistencia pacífica de los soviéticos y a cierto acercamiento a las posturas del Partido Comunista de China.

En esta etapa 1970 – 1994, se opera una franca disgregación de las fuerzas de izquierda, tanto en el campo de la llamada izquierda legal, parlamentaria y reformista como en el campo de la izquierda radical. Mientras la izquierda en armas rechaza la participación electoral como una farsa e incluso como factor de legitimación del orden existente,  la izquierda legal, en todos los procesos electorales de éste lapso, concurre dispersa, tanto política como programáticamente.

A lo largo del periodo 1970- 1994, surgen y luego desaparecen otras organizaciones, núcleos y agrupaciones que enarbolan la lucha armada, desarrollan esfuerzos en tal sentido, pero por múltiples causas, van a tener una limitada acción y terminaran desapareciendo del espectro político.

Tal fue el caso de Bandera Roja Marxista – Leninista (BR. M-L), desprendimiento orgánico de Bandera Roja y bajo cuya dirección quedó el Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre” constituido en 1967 bajo el impulso del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y operativo en los estados Sucre, Anzoátegui, Monagas, parte de Guárico y de Bolívar.

La experiencia de BR M-L, no logró sostenerse consistentemente dos años, ni tampoco pudo superar los limitados esfuerzos por estructurar núcleos organizativos en el oriente del país. Su accionar militar rural en las tomas de pueblos y caseríos de sus zonas de influencia, se hizo sentir propagandísticamente hasta que decayó definitivamente, después del intento de asalto y toma del Destacamento No. 52 de la Guardia Nacional ubicado en la vía Barcelona – Maturín. 

Como eventos definitivos del final del Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre” y de Bandera Roja (Marxista-Leninista), un importante grupos de sus cuadros y combatientes decide consolidar relaciones con otros revolucionarios asentados en las zonas de Aragua y Carabobo, y, trasladándose definitivamente a esa zona, se estructura el Movimiento 28 de Octubre (M-28), también de efímera y corta vida.

Otras agrupaciones que fueron surgiendo en el país, fueron la Célula “Luis Daniel Lozada Zerpa”,  derivada del M-28, Venceremos, el Comité “Jesús Márquez Finol”, el Comité Para la Guerra Popular y el Grupo de Comandos Revolucionarios (GCR), entre otros tantos.

Las condiciones políticas nacionales, así como las adecuaciones en sus tácticas asumidas en esos años, hicieron posible que las organizaciones en armas dieran un importante paso, al conformar estructuras político organizativas dedicadas a la actuación de carácter legal, amplio y de masas, actuando en los más variados frentes de trabajo.

El Partido de la Revolución Venezolana (PRV) constituyó el Movimiento Político “Ruptura”, un periódico del mismo nombre y una revista periódica, “Ruptura Internacional”. Bandera Roja (BR) conformará los Comités de Luchas Populares (CLP), los Comités de Lucha Obrera (CLO) y los Comités de Lucha de Estudiantes Revolucionarios (CLER) y un periódico denominado “Que hacer”, que contaba con la coletilla editorial que completaba su nombre: “Desechar las ilusiones, prepararse para la lucha”. Por su lado,  la  Organización de Revolucionarios (OR)  podrá contar a su vez con la Liga Socialista (LS) y del llamado Movimiento Estudiantil de Unidad con el Pueblo (MEUP) así como un periódico denominado “Basirruque”.

No sin la constante persecución y presión de los órganos de seguridad del Estado Disip y Sifa,  toda esa estructura legal y de masas, logró desarrollar un indudable trabajo político, organizativo, así como de educación y formación, que se vio compensado por su significativa influencia en los frentes de lucha estudiantil universitario y de educación media, principalmente. Cada una de ellas, desarrollo actividad en otros frentes de lucha como el obrero, el sector cultural y de profesionales medios, así como en algunos importantes barrios de las principales ciudades del país. Sin embargo, la influencia y arrastre entre las masas de estas organizaciones, no logro alcanzar los niveles de desarrollo de años anteriores.

En correspondencia con la limitada incidencia de la izquierda en las masas durante este periodo 1970 - 1994, la acción guerrillera rural será también restringida y focalizada en determinadas zonas y estados del país. Regiones sobre las que subsiste aún la referencia de la actuación política y organizativa de décadas atrás del Partido Comunista o del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y, antes Acción Democrática. 

Si bien los estados del centro occidente de Venezuela como Yaracuy, Lara y Falcón fueron asentamiento de trabajo político y organizativo del Partido Comunista desde los años 40 del siglo XX e incluso antes. Los estados del oriente del país, Anzoátegui, Sucre y Monagas, también zonas de Guárico y Bolívar, fueron zonas influenciadas y de asentamiento de solidaridad y apoyo a los frentes guerrilleros de Bandera Roja FGAJS y luego FAS, que operaron bien entrado los años 70 y luego mantuvieron, caso del FAS, presencia, actividad y movilización en esas zonas.  

En otro orden de ideas, en los primeros años,  puntualmente 1970 – 1977, pueden subrayarse algunas operaciones político – militares planificadas y ejecutadas por esas organizaciones, con objetivos políticos o destinadas a la obtención de recursos financieros.  Como lo fueron la captura y retención en 1971 del Banquero Enrique Dao, ejecutada por Bandera Roja. Igual acción sobre el industrial de la hojalata Carlos Domínguez Chávez en 1972, operación también realizada por unidades urbanas de Bandera Roja.   El apresamiento y custodia de los hermanos Molinos Palacios en 1974, por un destacamento del Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre” de Bandera Roja. En 1976, ocurre la captura y custodia por varios años, hasta 1979, del ejecutivo de la empresa norteamericana Owens Illinois, William Frank Niehous llevada a cabo por el Grupo de Comandos Revolucionarios (GCR).  Sobre este último evento es menester señalar que sobre el mismo se mantienen un conjunto de dudas e interrogantes respecto al manejo interno de la operación después de la retención del objetivo, de su desarrollo e incidencias y de su desenvolvimiento final que culmino con el asesinato por parte de la policía de dos revolucionarios ([xii]). 

En este aparte referido a la actividad político militar, es menester adentrarse en las tareas operativas que, aun cuando no fueron exitosas, comportan un grueso de esfuerzos y experiencia  que forman parte del problema lucha armada en Venezuela. Fueron, por ejemplo, los intentos de captura y retención del líder de Acción Democrática, Gonzalo Barrios y  del dirigente del partido socialcristiano Copei, Lorenzo Fernández, ambos candidatos a la Presidencia de la republica al momento de los intentos.  Los dos esfuerzos se operaron entre 1972 y 1973, bajo la iniciativa de Bandera Roja y tenían el objeto de retener a algunos de los personajes y exigir el canje por la libertad de todos los presos políticos del país en aquel entonces. 

En el periodo, se realizan también importantes operaciones de liberación de presos políticos como lo fue la Operación Fuga de 23 detenidos del Cuartel San Carlos en Caracas en 1975, Operación “Jesús Márquez Finol”, planificada y ejecutada en su totalidad por Bandera Roja. Como una segunda fase de dicha operación, todos los fugados (de Bandera Roja, PRV y Punto Cero)  son trasladados exitosamente al Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre” (FGAJS), excepción de los que fueron recibidos por sus organizaciones o quedaron  dispersos inmediatamente después de la fuga ([xiii]).   

Al ejecutarse la operación fuga, Bandera Roja ya venía arrastrando contradicciones internas, se divide y, como se hizo acotación en párrafo arriba, quedó sin aparato armado rural, por lo que se aboca a estructurar uno nuevo, esfuerzo que resultó en el Frente Guerrillero “Américo Silva” (FAS). Frente que inicia acciones militares, ejecutando, en combinación con presos políticos retenidos en la Cárcel de La Pica en el Estado Monagas, otra operación fuga, esta vez de13 detenidos, en agosto de 1977.

Entre 1978 – 1979, luego de un largo periodo de conversaciones, se acogen a la política de pacificación del gobierno, dos de las tres organizaciones que hasta entonces habían mantenido la línea de lucha armada, el Partido de la Revolución Venezolana (P.R.V) y  la Organización de Revolucionarios (O.R). Tan sólo Bandera Roja (B.R)  y otros factores de menor incidencia insistirán en sostener la línea de lucha armada.

Otro de los elementos característicos de éste segundo periodo 1970 – 1994, es la ampliación, perfeccionamiento y profundización de las labores de inteligencia de la policía política y del Estado,  para combatir la subversión. Aunque no desaparecen, ni han cesado hasta hoy, los métodos violentos en el tratamiento de los detenidos políticos ni sus desapariciones, la práctica de los cuerpos de seguridad se afincará en las tareas de inteligencia combinándolas con sus tradicionales labores criminales para obtener información. Es la etapa en la que el Establecimiento busca erradicar, de manera definitiva, a los vectores que defienden y desarrollan la línea táctica de lucha armada.

Es el periodo de las conocidas Masacres, es decir, la modalidad de ejecutar militarmente, y de forma rápida, al objetivo político determinado, sin el concurso de testigos ni prisioneros. Se ejecutan entonces el combate de Cantaura, en el Estado Anzoátegui en octubre de 1982, la Masacre de Yumare, Estado Yaracuy en mayo de 1986 y la Masacre de El Amparo, Estado Apure en octubre de 1988.

Luego del Combate de Cantaura, del duro golpe recibido en 1982, Bandera Roja decide emprender pocos meses después iniciar el proceso de reconstrucción del Frente Guerrillero “Américo Silva” a principios de 1983. El proceso de reconstrucción del FAS, resume una importante y significativa experiencia en el marco de la lucha armada en el país en este segundo periodo y que culminó en un año, de manera exitosa.

Mientras, en el país a medida que fue discurriendo su dinámica histórica, se fue desarrollando en su interior un paulatino desgaste global del sistema político implantado en 1958, que devino en su crisis general -económica, político social, incluso hasta ética y moral-. Los elementos de esa crisis lograron permear, inclusive, hasta importantes sectores de las Fuerzas Armadas Nacionales, soporte esencial del llamado bipartidismo y del orden burgués establecido, y, en 1992, se produjeron dos alzamientos militares, que, a su vez, justo es decirlos, no tuvieron relación orgánica directa alguna con todo el proceso de lucha armada que se viene evaluando.  

En aquel entorno, luego de los fallidos intentos de golpe de Estado, la situación política nacional global, adquiere una configuración objetivamente distinta a la que venía discurriendo: ni el orden Establecido podía sostenerse como lo había hecho hasta esa coyuntura, ni la amplia mayoría nacional estaba dispuesta a soportarlo.

En medio de toda aquella compleja madeja de realidades, la única organización que aun sostenía la idea de táctica de lucha armada, concebida como proceso de guerra popular y prolongada, el partido Bandera Roja, advierte rápidamente, que el país transita una coyuntura distinta y que son exigentes cambios en su táctica. En ese contexto, asume  en 1994, la desmovilización –de manera unilateral- de su Frente Guerrillero, el Frente “Américo Silva” (FAS), el único que funcionaba en el país, cerrándose de esa manera una segunda fase del proceso de lucha armada en Venezuela.

Al culminar o cerrarse cada momento de la lucha armada, no todos los actores políticos involucrados pudieron integrarse fácilmente a la vida pública y legal.  No pocos quedaron atrapados ante dificultades jurídicas para la reinserción a la legalidad, otros se encontraron con familias y / o vínculos familiares perdidos o irremediablemente destrozados, algunos más, al volver a sus vidas normales, se encontraron con cuadros familiares signados por graves limitaciones económicas y dificultades de diverso orden social.

Toda esta serie de factores, junto a otros elementos no poco importantes como el que buena parte de los ex militantes y combatientes carecían de experiencia y habilidades para el trabajo en la producción económica formal y poder conseguir empleo. Frente a esa realidad, algunos actores de la experiencia de lucha armada, aprovecharon su experiencia militar y operativa, la posesión de armas y otros implementos, para  emprender la planificación y ejecución de operaciones financieras para lograr la subsistencia.

Este es un fenómeno ampliamente conocido en el mundo de la subversión política de izquierda en el país, comprende un secreto a voces sobre el que no se hace discusión pública y en el que llegaron a involucrarse, no en todos los casos, elementos propios del hampa común. De esta actividad, lograron ejecutarse no pocas operaciones, muchas de las cuales fueron exitosas e incluso de importante monta, en las que también perdieron la vida o purgaron cárcel muchos de ex participantes en la lucha armada ([xiv]). Esta realidad es otro de los elementos que deben estudiarse con mirada de totalidad dentro del proceso de lucha armada. 

Hasta acá, dejamos un cuadro amplio de tipificación de la segunda fase de la lucha armada en el país, 1970 – 1994, junto a un esquema, también general, de caracterización de la historiografía, estudios y trabajos destinados a dejar impronta de ese segmento de la historia política nacional en el siglo XX. Esperamos estar contribuyendo con el esfuerzo de reescribir dicha historia, desde las perspectivas de totalidad que nos otorgan los elementos de la dialéctica materialista. Así sea.- 

 

Pedro Figueroa Guerrero

Noviembre 2023



[i] El lector interesado podrá consultar aspectos más generales del tema, en articulo nuestro disponible en la web en: independent.academia.edu/PFigueroaGuerrero .

[ii]  Quien esto escribe, considera que los investigadores que se han dedicado al tema lucha armada en el país, con mayor insistencia y compromiso, han sido Pedro Pablo Linarez y Agustín Blanco Muñoz, cada uno con particularidades de enfoque, de metodología y de amplitud en sus trabajos.

[iii]  La lista al respecto es realmente larga, y la encabezan los trabajos de Blanco Muñoz. Anotamos acá  algunos de ellos y que en nuestra perspectiva, -absolutamente subjetiva-, de investigador, nos parecieron relevantes; a saber:   Humberto Vargas Medina, Remembranzas de un guerrillero de los años sesenta, (2012); Simón Sáez Mérida,  Hay hombres que luchan toda la vida, (2007); Hernán Abreu, Memorias del Frente Guerrillero José Antonio Páez, (2013); Aldemaro Barrios (Entrevistador), Memorias desde la montaña. Crónicas del Frente Guerrillero “Ezequiel Zamora”, (2010); Genaro Guaithero Díaz, Yo, el bandolero, (2006);  Rafael Elino Martínez, Aquí todo el mundo está alzao!, (1973) y Conversaciones secretas. Los primeros intentos de Cuba por acabar con la democracia en Venezuela (2013);  Alonso Ojeda Olaechea, Dos nombres. Una vida de acción y pasión, (1999);  Juan Carlos Parisca Pérez, La Brigada 31 (2012);  Rafael Rosell,  Para que la memoria no se pierda, (2008); Antonio García Ponce, Sangre, locura y fantasía, (2010); Gustavo Villaparedes, Iracara memorias de un guerrillero (2007); Elvin Barreto, La historia de vida de Francisco Jiménez. Ruperto (2002);  Hector Acedo Aponte, La guerrilla urbana años 1960 al 68. Respuesta de la juventud al Pacto de Punto Fijo (2014); Alberto Garrido, Guerrilla y conspiración militar en Venezuela, (1999); Héctor Rodríguez Bauza, Ida y vuelta de la utopía (2015);  Alonso Moleiro, Sólo los estúpidos no cambian de opinión. La vida de Teodoro (2006); Miguel Márquez, Abramos esta historia. Conversaciones con Juvencio Pulgar, (2008); Diego Salazar, Después del Túnel, (2010); Ramón Morales Rossi, Antes del túnel. Textos y entrevistas a fugados, Comandos de calle, direcciones políticas, presos, familiares y amigos, (2021); Pedro Figueroa Guerrero (Entrevistas, introducción y notas), Dos testimonios: Ricardo Ochoa y Francisco Jiménez (El Viejo Ruperto). Fuentes para el estudio de la Insurgencia en Venezuela, Siglo XX. (2019).  Y, de Agustín Blanco Muñoz, La conspiración cívico militar: Habla el Guairazo, Barcelonazo, Carupanazo y Porteñazo, (1981); La lucha armada hablan cinco jefes, (1980); La lucha armada hablan seis comandantes, (1981); La lucha armada hablan tres comandantes de la izquierda revolucionaria, (1982) y La lucha armada la izquierda revolucionaria insurge (1981). Importante dejar anotado acá, con preocupación, que han sido infructuosos los esfuerzos de varios investigadores e interesados, para localizar y consultar las numerosas entrevistas que reportó Pedro Pablo Linarez en sus trabajos investigativos.   

[iv]  Los trabajos de Blanco Muñoz tienen una dimensión que no puede incluirse en esta tipificación. En nuestra perspectiva, sin embargo, el autor tiende a parcelar o segmentar su examen en términos cronológicos, y, en no pocos momentos, la visión de totalidad se ve opacada por el énfasis en lo coyuntural de aspectos del proceso general. Al final, el importante esfuerzo analítico se ve disminuido por una importante carga de crónica – relato. Con todo, consideramos que representa el esfuerzo más importante de aporte a la historiografía sobre el problema, y, sus reflexiones, son de obligada e ineludible consulta a quien se acerque seriamente al análisis y estudio de la lucha armada en el país.  

[v]  Carlos Lanz Rodríguez, “Marco teórico donde se inscribe el análisis de la lucha armada” publicado el 09-10-2014 en la web en www.aporrea.org/ideologia/a196361.html por Saúl Flores en una nota de su autoría  bajo el título de: “Día del guerrillero heroico: reflexiones sobre la lucha armada en Venezuela”.

[vi]  Carlos Lanz Rodríguez, apenas refiere algunos elementos generales al respecto, Ob.Cit. En la redacción de nuestra tesis doctoral hoy día, (Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”, Núcleo Barquisimeto), que lleva como título tentativo “El Partido Comunista de Venezuela en la dinámica de la lucha armada, 1960 – 1970”,  hacemos esfuerzos por abordar con visión de totalidad la delicada problemática.

[vii]  Ver: José Miguel Morales Zerpa, “Valoraciones para la reconstrucción de un proceso histórico. Reflexión y crítica acerca de la lucha armada en Venezuela 1960-1970”, en Revista Nuestro Sur. Caracas,  Año 4, Número 6, Enero-Junio 2013 / pp. 123-134; y también a Isaac López en Las fuentes bibliográficas sobre la lucha armada en  Venezuela. 1960-1970. reflexiones para el debate”, en Revista Nuestro Sur, Año 7, Número 10. mayo-agosto 2016, p. 149.

[viii]  José Miguel Morales Zerpa, “Valoraciones para la reconstrucción de un proceso histórico. Reflexión y crítica acerca de la lucha armada en Venezuela 1960-1970”, en Revista Nuestro Sur. Caracas,  Año 4, Número 6, Enero-Junio 2013 / pp. 123-134

[ix]  Ver: Isaac López en Las fuentes bibliográficas sobre la lucha armada en  Venezuela. 1960-1970. reflexiones para el debate”, en Revista Nuestro Sur, Año 7, Número 10. mayo-agosto 2016, quien hace referencia a dichas fuentes y refiere algunas, a saber: Jorge Álvarez Cardier, Guerrilleros… Cazadores y Montañas (1971); Juan Biaggini Gutiérrez y otros. Los Cinco en Línea. Apología a los cinco teatros de operaciones que durante 17 años formaron una sola línea defensiva a la subversión que trató de imponer al pueblo venezolano una dictadura de tipo marxista-leninista, que consta de dos tomos editados por el Ministerio de la Defensa (1980); Arturo Castillo Machez, Más allá del deber (1989); Domingo D´Jesús; Enseñanzas derivadas de los encuentros armados durante la lucha antiguerrillera en la década del 60, (1984); Reinaldo Díaz, Experiencias del ejército venezolano en la lucha anti-subversiva, (1979);  Carlos Soto Tamayo, Inteligencia militar y subversión armada, (1968); Arpad Bango Stagel, La subversión marxista en Venezuela 1959-1974, (s/d); Fortunato Ramírez y otros. La subversión en Venezuela, (1971) y Luis Vera Gómez, La subversión armada 1964 – 1967 en sus documentos (2005).

[x]   Entrevista realizada por Agustín Blanco Muñoz  a  Moisés Moleiro, en  Agustín Blanco Muñoz, La lucha armada: tres comandantes de la izquierda revolucionaria, Caracas, UCV, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, 1982,  p. 210.

 

[xi]   En comunicación personal con Pablo Hernández Parra, nos manifiesta que la referida fundación del Frente Guerrillero “José Félix Ribas” no fue tal, que jamás se estructuró dicho Frente y que, en todo caso, nunca tuvo operatividad y es por tanto desconocida.  Pablo Hernández Parra, es un protagonista, testigo  y fuente de primera mano. Se integró al movimiento revolucionario en 1962 en las filas del MIR, es parte integrante de la generación fundadora de Bandera Roja. En enero de 1975 se fuga junto a otros 22 presos políticos del Cuartel San Carlos y es designado como parte de la Comandancia del Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre”. En 1976, es uno de los elementos centrales del proceso de división de BR y constituye Bandera Roja (Marxista- Leninista) (BR – ML) junto a Carlos Betancourt, otros cuadros, militantes de BR, así como de mandos y combatientes del Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre”. Luego de la experiencia de BR – ML, es detenido en 1982 y vuelve a purgar cárcel por varios años. Con posterioridad, ha sido decidido activista de los Derechos Humanos y mantiene una postura de franco enfrentamiento al capitalismo global, en todas sus expresiones y manifestaciones. 

 

[xii] José Aquino Carpio y Carlos García Silva, detenidos, torturados y luego presentados como muertos en enfrentamiento con los efectivos policiales que asaltaron el lugar donde estaba retenido William Frank Niehous. 

[xiii]  Ramón Morales Rossi (Compilador), Antes del túnel. Textos y entrevistas a fugados, Comandos de calle, direcciones políticas, presos, familiares y amigos, Barquisimeto, Ediciones Rescate siglo XX, 2021.

 

[xiv]   Comunicación personal con Pablo Hernández Parra, Barquisimeto, Estado Lara, 18 de enero de 2018.


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